Mateo 28.18–20 “Jesús se acercó y les habló diciendo:
‘Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he
mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.
¿A quiénes corresponde la
tarea de formar discípulos de Jesucristo? ¿Qué implicancias tiene
esta expresión? (Observe que el mandato no dice ‘convertir’ sino ‘hacer discípulos’.)
Un discípulo (del latín discipulus,
‘alumno, aprendiz’) es alguien que aprende bajo la tutela de un maestro. La
persona que acepta a Jesucristo como Señor de su vida se convierte en su
discípulo; recibe su enseñanza y ejemplo.
Cada hijo de Dios es, según
la Biblia, un discípulo de Jesucristo. El Nuevo Testamento habla siempre de
discípulos; el nombre de ‘cristianos’ apareció más tarde, como una forma en que
los no cristianos empezaron a llamar a los seguidores de Cristo (ver Hechos
11.26).
Hacer discípulos es función
de toda la iglesia; en un sentido, es la tarea de la iglesia. La iglesia está
formada por personas; y la tarea de la iglesia es alcanzar a personas. Vemos
esto claramente en el mandato que Jesús dio a sus discípulos.
Formar discípulos no es
tarea para un grupo selecto de creyentes. No es el llamado de Dios para una ‘élite’ sino para
todo su pueblo. Unos forman a otros para que estos luego formen a nuevos
discípulos, y así sucesivamente.
De esta manera la iglesia crece y se edifica.
Nadie queda afuera
El autor de la Carta a los Hebreos declara que no podemos
quedarnos en la infancia espiritual sino
que todos debemos alcanzar la condición de maestros, es decir, formadores de
otros (Hebreos 5.12).
Nadie queda afuera. Cada creyente debe estar ayudando por lo menos
a una persona a ser un verdadero discípulo de Jesucristo. Podemos decir que la
evidencia principal de que hemos dejado atrás la infancia espiritual es que
estemos ayudando a alguien más a crecer en la fe.
Cada discípulo de Jesucristo debe preparar a otros para que puedan
repetir la misma tarea. El apóstol Pablo aplicó siempre esta estrategia y
recomendó a sus colaboradores que lo hicieran.
Extraído de: Cómo Jesús discipuló a sus 12 / P.T Chandapilla
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