miércoles, 27 de febrero de 2019

#02 CRECER HACIA JESÚS


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Efesios 4:13  hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;

Hebreos 5.12 Debiendo ser ya maestros después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales, que tenéis necesidad de leche y no de alimento sólido.

¿De qué manera fue discipulado usted, cuando aceptó a Cristo? ¿Cuál es la meta del discipulado cristiano?

Si queremos discipular a otros, el primer paso es ocuparnos de nuestro propio crecimiento. Estoy en condiciones de ayudar a otro cuando yo mismo estoy creciendo en conocimiento y obediencia a Dios. Si no estoy creciendo como discípulo de Jesucristo, ¿cómo puedo pretender ayudar a otro?

En cada congregación encontramos personas que ayudan a crecer y otras que necesitan ayuda.  ¿Qué es usted: un  ‘ayudante’, o sigue siendo un ‘bebé’? Si no está colaborando para edificar a la iglesia de Dios, necesita que alguien lo ayude a salir de la infancia.

Lo que esto implica para muchos es que deben abrir su Biblia, buscar las evidencias de un verdadero discípulo y comenzar a practicarlas. Debemos ser modelo para aquellos a quienes estamos formando, mostrar por el ejemplo cómo seguir y obedecer a Jesucristo. La llamada ‘crisis de la juventud’ en  las iglesias, se debe, en gran medida, a la falta de buenos modelos.

Un proceso para toda la vida

Tal como ocurre en nuestra familia, en la iglesia también tendremos que ayudarnos mutuamente a crecer. La meta es llegar a ser como Jesucristo.

Esto significa que nadie ‘ha llegado’, y no necesita aprender más. El crecimiento es un proceso continuo. Habrá algunos más adelante y otros que vienen atrás. Siempre habrá hermanos que han progresado más que nosotros en el camino, y otros a quienes podemos ayudar. Todos los que conocemos a Jesucristo tenemos algo que ofrecer a los que no lo conocen. Con apenas un mes de vida cristiana, ya tenemos algo para ofrecer al hermano que acaba de nacer; nunca es demasiado temprano para dar una mano al que viene atrás. Es cierto que todos estamos muy ocupados y casi nadie puede darse el lujo de pasar mucho tiempo con otros.
De todas maneras, es imprescindible hacerlo.



Extraído de: Cómo Jesús discipuló a sus 12 / P.T Chandapilla


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