miércoles, 15 de julio de 2009

HERRAMIENTA DEL DIABLO: EL DESALIENTO

CUIDADO CON EL DESALIENTO


Cierta vez se corrió la voz que el diablo se retiraba de los negocios y vendía sus herramientas al mejor postor. En la noche de la venta, estaban todas las herramientas dispuestas en forma que llamaran la atención, y por cierto eran un lote siniestro: odio, celos, envidia, malicia, engaño… además de todos los implementos del mal. Pero un tanto apartado del resto, había un instrumento de forma inofensiva, muy gastado, como si hubiese sido usado muchísimas veces y cuyo precio, sin embargo, era el más alto de todos. Alguien le preguntó al diablo cuál era el nombre de la herramienta. "Desaliento" fue la respuesta. "¿Por qué su precio es tan alto?" le preguntaron. Porque ese instrumento -respondió el diablo- me es más útil que cualquier otro; puedo entrar en la conciencia de un ser humano cuando todos los demás me fallan, y una vez adentro, por medio del desaliento, puedo hacer de esa persona lo que se me antoja. Está muy gastado porque lo uso casi con todo el mundo, y como muy pocas personas saben que me pertenece, puedo abusar de él, pero el precio del "desaliento" era tan, pero tan alto que aún sigue siendo propiedad del diablo.
El desaliento es uno de los estados de ánimo contra el cual es indispensable fortalecerse. Nos desalentamos con la situación económica, con nuestro trabajo, con nuestra familia, con la necesidad de cambio, con los grupos, con el engaño, con la mentira, con el desamor.
Debemos mantenernos alertas contra el desaliento. Si hay un tropezón o una caída no hay que entregarse, es necesario aprender a dar y a encontrar el aliento para volver a emprender la marcha, y sólo nos mantendremos firmes si caminamos de la mano de nuestro Señor.
Dios los Bendiga hermanos!

1 comentarios :

¡Alguien Dispuesto! dijo...

Cuando nos desalentamos y desfallecen nuestras fuerzas es fácil cederle terreno al diablo.
En seguida comenzamos a quejarnos, criticamos, protestamos contra el Señor. En vez de fijar nuestros ojos en Jesús, miramos la tormenta y el viento y nos hundimos aún más en el pesimismo.
Esto impide que Dios nos alcance con su bendición. Porque sin fe es imposible agradar a Dios. Sin fe es imposible salir del desaliento.
No importa si nuestro ánimo se encuentra por el piso. No importa si nuestras fuerzas han disminuido.

¡Digámosle a nuestros problemas lo grande que es nuestro Dios!

Dios te bendiga!