sábado, 6 de julio de 2013

CUIDEMOS LA UNIDAD


Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia. Salmo 127:1


La obra de Dios solamente la puede hacer Dios.
Si nuestras decisiones, ideas o proyectos vienen de Dios, si somos capaces de perseverar orando, orando y orando hasta entender y tener claro qué es lo que Él quiere hacer en nuestras vidas privadas y personales, y en su iglesia, entonces el esfuerzo, el sacrificio, el compromiso y la excelencia en lo que hagamos valdrá la pena y los resultados serán duraderos.

La obra de Dios solamente la puede hacer Dios. Y Él eligió hacerla a través de nosotros. Conoce nuestras imperfecciones y errores, nuestros egoísmos y torpezas, pero quiso hacerla usándonos a nosotros. No sé por qué. Lo que sí sé es que jamás podrá hacerla en medio de la desunión y las rivalidades. Jamás podrá ejecutarla y revelarnos los deseos de su corazón en medio de las separaciones, las competencias y los celos.

Hasta que no aprendamos a tratarnos unos a otros con el valor y el interés con el cual Dios nos trata, hasta que no abandonemos definitivamente nuestras actitudes separatistas y nuestras mutuas acusaciones, Dios no podrá realizar su obra tal como Él quiere hacerla.

Estoy hablando de tratarnos, valorarnos, amarnos y tenernos en cuenta como a hermanos en Cristo, con el mismo valor y respeto con el que Jesucristo nos trata a nosotros.
Actitudes tan simples como “invitemos a todos”, “hagamos el esfuerzo para reunirnos y juntarnos (todos, no “algunos”)”…, ayudan a construir la unidad.

Actitudes tan simples como “no robes el trabajo ajeno”, “no publiques como tuyo lo que otro escribió pagando el precio de la oración y la búsqueda de Dios”, “deja de desprestigiar a los demás para elevarte tú mismo” o la de no comparar a tu iglesia con otras, a tus pastores y líderes con otros, a tu ministerio con otros… ayudan a mantener la unidad.


Todos contribuimos con nuestras actitudes y comentarios a unir, a recoger y a juntar, o a desparramar, separar y dividir, por lo tanto todos estamos contribuyendo positiva o negativamente a que Dios quiera y pueda realizar su obra o a que Él decida detenerla. 

Y tú, ¿de qué lado estás?

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